martes, 24 de febrero de 2009

El piano

Después de buscar unos cuantos días por las viejas libretas, he encontrado un pequeño relato escrito el verano pasado, inicio de una colección de relatos de 500 palabras.


El piano

Costaba hallar rincones tranquilos durante aquel verano de hace tantos años, ni siquiera en los jardines vallados de las casas ricas podía nadie sentarse a compartir ningún secreto, ya no quedaban confidentes. Tampoco existe, ahora, la casa dónde ocurrió, la derribaron, pero nadie ha podido volver a construir allí, dicen que el fantasma de aquel jardín es tan real como el elevado y sólido muro de ladrillos que al final han construido a su alrededor, pero los niños también lo dicen, alguien, o algo, desde dentro, intenta derribarlo. Nunca he querido creer la historia que de pequeño escuchaba en casa, por lo que nunca lo he relacionado con esos recuerdos, ni siquiera cuando el abuelo, en sus últimos días, pronunciaba ciertas palabras, ciertos nombres.

Madre me alejó de todos ellos, de la familia, de los amigos, de los recuerdos de un niño de apenas cinco años. Padre hacía un año que había desaparecido. Creo recordar que decían que el abuelo también había desaparecido durante unos años a su misma edad. A la misma edad que tengo yo ahora. He vuelto a casa.

Sentado en mi jardín, todavía selvático por el abandono de los años, recuerdo haber visto a padre irse, en medio de la noche. Un hombre le esperaba, pacientemente, en el jardín, en el mismo lugar donde ahora estoy. Tenía las manos detrás de la espalda. Miró hacia mi ventana, hacia mis ojos curiosos, y yo me perdí en los suyos, hasta que pasó un coche, iluminando a padre, mas el hombre parecía fundirse con la luz. El coche se alejó, y en el jardín tan solo se hallaba padre, abriendo la reja, y enterrando algo a sus pies.

No es posible que lo recuerde, en ese entonces yo era demasiado pequeño. Pero a los pies de la reja sí había encontrando lo que ahora apretaba mi mano. Una llave, de color verdoso, que eludía todo efecto moderno. Yo también iré, y sé que no volveré, porque no dejo familia atrás. Miro hacia mi vieja ventana, hacia el pequeño universo de mi infancia, y me parece estar de nuevo allí.

Dentro de la casa todo está cubierto por sábanas, como se hacía antiguamente, y por capas y capas de polvo, resultado de años y años de espera. Tendría que decidir qué iba a hacer con todo lo que había, pero ahora tan solo había venido a despedirme. Mientras camino por las habitaciones me doy cuenta de que apenas las reconozco ya, en mi memoria todo era más grande. Mi habitación, está tal y como la recordaba, el único recuerdo real, aunque influenciado también por el sueño de los años desarraigados.

Unas cuantas notas surgidas del piano del abuelo suenan en el comedor, y me traen recuerdos, otra vez, de mi infancia. Bajo al comedor, y allí está él, tocando el piano. Vuelve a mirarme, y vuelvo a perderme en sus ojos, como la otra vez. Me siento a escucharle, en silencio, y todo lo demás cuelga en el horizonte.

lunes, 9 de febrero de 2009

Obertura

Este blog es simplemente un tablón para exponer a quien quiera leerlo el resultado de mis inquietudes literarias, aunque también puede haber lugar para simples comentarios sobre el propio hobby de escribir.

Tan solo decir que todo comentario, toda crítica constructiva a cualquiera de los relatos, siempre es bienvenida.

Suelen ser las piezas musicales las que tienen "obertura" pero la narración también tiene su ritmo y su melodía, con lo que me ha parecido un buen título para lo que sería el inicio de este cuaderno literario.

Saludos a todos