martes, 30 de noviembre de 2010

Espinas

Un viejo texto que escribí hará unos 5 años como trasfondo de un posible personaje


Espinas

Sus ojos azules, junto con los finos rasgos de su rostro hacían que pareciera un ángel, aunque su negro largo cabello y sonrisa hacían pensar más en un exterminador. Pero eso no parecía importar a las mujeres que lo rodeaban. Era ese aspecto lo que las atraía, junto con su silencio y su brusquedad en las pocas palabras que desgranaba. Así, medio ángel, medio demonio, sobrevivía a todas las maldiciones que le atrapaban, disfrutando de esa compañía y de la vitalidad que de ello extraía. Educado hasta límites olvidados en esas épocas, no permitía que nadie de su familia corriera peligro. Pero su auténtica familia había quedado atrás, sepultada bajo demasiadas desgracias, y ahora su familia eran aquellos y aquellas que, aun desconociendo quién en realidad era, hacían que volviera a sentirse vivo. Dichas y desdichas de la nobleza. Exiliado, aunque en parte por propia determinación, del lugar que se le había concedido por su naturaleza, para encontrar refugio y patria entre seres que, aun considerados menores, compartían con él gestos y valores rescatados del olvido. Y qué importaba si fueran o no inferiores, era su gente, su familia, donde estaban sus lealtades. Pero también algunas de sus mentiras, pues desconocían quien en realidad era. Todos menos uno de ellos, que había visto y sabía demasiado, y, aunque algo apartado de él, mantenía la lealtad que habían fraguado hacía apenas un año. Y aun rodeado de los que consideraba su familia, muchas noches desaparecía, para estar con la soledad, su acompañante durante muchos años, que lo había acogido cuando débil y sangrante había nacido, demasiado joven, en las tinieblas. Medio ángel, medio demonio. Arrancado, a la fuerza, de su vida y maldito a vagar entre la muerte que a fuerza de errores ha aprendido a moldear. Cuerpo de ángel, alma de demonio, buscando su propio equilibrio, juzgando su propia raza y protegiendo el último anclaje con lo que, en algún momento de su vida, fue su realidad.