No lo podía entender. Después de tantos
años persiguiéndolo y de casi lograr atraparlo unos meses antes, ahora le
salvaba la vida. O eso parecía. Pero después de tanto tiempo de silencio había
vuelto a aparecer, para arrancarlo del coche, herido por el accidente, antes de
que éste explotara y él perdiera la consciencia. En algún momento un destello
de lucidez le hizo entrever lo que quizás era un quirófano improvisado, pero
volvió a hundirse en sus pesadillas. De tanto en tanto su consciencia volvía, a
veces eran tan solo sonidos inconexos, otras veces le parecía poder ver dónde
estaba, lo que parecía la habitación de un motel de carretera. Intentaba
delinear en su memoria los difusos muebles que lo rodeaban cada vez que entraba
por la ventana, medio tapada, algo de luz proveniente de los coches que de
tarde en tarde pasaban por al lado. Pero luego todo eso también aparecía en sus
pesadillas.
Hasta que al final se despertó. Y se
encontró donde imaginaba, esa habitación que ya se había instalado en su
cabeza. Mareado, intentó levantarse de la cama, para descubrir que llevaba casi
todo el cuerpo vendado y los pantalones de un horrible pijama. Poco a poco se
dirigió al lavabo, para intentar despejarse la cabeza con algo de agua. Pero
después de unos segundos en los que las tuberías de la vieja instalación
temblaron, el grifo tan solo escupió agua demasiado sucia de óxido y barro.
Volvió a cerrarlo y le pareció oír el sonido de una puerta cerrándose, a lo que
le acompañó un demasiado conocido acento ruso.
-
Veo
que ya te has levantado, aunque todavía no deberías haberlo hecho.
Y sin comprender el porqué le hizo caso, y
volvió a la cama, para luego sentarse y
encararse con el que durante cinco años estaba siendo su mayor enemigo.
-
¿Por
qué has hecho esto?
-
Sería
una lástima que nuestra relación profesional hubiera acabado de esa forma, ¿no
crees?
-
Mataste
a mi novia.
-
Era
policía, se podría decir que fue en defensa propia.
-
Asesino.
-
Es
tan solo mi profesión, no lo escupas como si fuera un insulto.
Volvió a marearse, y cerró los ojos
mientras se tumbaba, quizás pasaron unos segundos, o un par de horas, pro al
volverlos a abrir lo vio sentado en una butaca viendo en el televisor uno de
los aburridos seriales que emitían a media mañana.
-
Te
he traído el desayuno, y por cierto, de nada.
-
¿Que?
-
Supongo
que por nada, es curioso, también compartimos grupo sanguíneo.
-
¿También?
-
Sí,
a parte de haber compartido una mujer.
Tan solo al oír eso volvió a incorporarse
todo lo que el dolor de sus heridas le permitió. Su enemigo se levantó de la
butaca y se sentó en la cama a su lado y mientras le ayudaba a tumbarse le
susurró al oído.
-
Siempre
podemos solucionarlo a vuestro viejo estilo. Pero cuando te hayas recuperado.
Cerca de aquí hay un descampado, podemos solucionarlo con un par de revólveres
con una bala cada uno.
Leyéndolo con la perspectiva de los años, creo que quizá, alguna parte del texto, pueda desarrollarla mejor más adelante.
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