lunes, 20 de abril de 2009

Hogar

Hogar

A través de la ventanilla que había a su lado solo habitaba la oscuridad de la noche, tan solo perturbada sistemáticamente por las luces del ala del avión en el que viajaba. Volvía a casa, y eso vibraba en su alma. Su refugio lo acogería, lo resguardaría hasta que lograra tranquilizarse. Había matado, otra vez, por miedo a su propia muerte. Si no lograba parar acabaría con los últimos trazos de su cordura. Quizá cambiar de aires le haría bien, aunque eso significara abandonarla. Pero esperaba que fuera por poco tiempo. Estando lejos de ella no le haría más daño.

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